Volviendo a emprender el camino

En los pasillos de mi trabajo de vez en cuando hay revuelos, risas, pequeños grititos y corrillos. Son visitas que las recientes mamis compañeras mías hacen a la empresa, para mostrar a sus rechonchos bebés con orgullo. Algunas simplemente sonríen y dicen lo encantadas que están de su nueva situación aunque otras se quejan amargamente del esfuerzo que supone ser madre, del tiempo que les exige y de lo agobiadas que están.
Cada visita me remueve por dentro, me hace patente mi situación de espera, de sueño por llegar… Sin embargo las chicas que se quejan amargamente me indignan, ¿cómo se pueden quejar tanto de algo buscado y deseado? ¿no comprenden que es una bendición de Dios lo que tienen entre los brazos? ¿Qué muchas llevamos años tras ese sueño?
Ya estamos a mediados de septiembre, otra vez a la espera de la “no” regla y viéndolas venir como siempre, para no ilusionarme tontamente, para intentar prepararme ante la consabida decepción. Y digo consabida pero en el fondo siempre hay esperanzas de que esta sea la buena, ¿por qué no?
La casa ya está pintada, tu cuarto será verde esperanza. La casa es casi toda verde en diferentes tonos, ¿servirá para recordarme tener esperanza y no perderla nunca?
1 comentario
  1. Anónimo
    Anónimo Dice:

    Claro, bichito, nunca hay que perder la esperanza. Éste es un ejercicio de paciencia, que seguramente nos vendrá bien para aprender que en un futuro no debemos quejarnos de lo pesados que son los niñitos. Ya verás como al final del camino, a fuerza de insistir, acaba llegando Ari o Nico (o los dos).

    Besitos del futuro papá de tus bebés.

    Efraím

    Responder

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *