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Carta a mi futuro hijo

Deseado y querido hijo o hija,

¿Quién sabe dónde estarás ahora mismo? Hay quien dice que no existe nada de ti aún, y hay quien cree que tu alma está en alguna parte, y que, cuando quieras y te apetezca, vendrás a conocer a tus padres. Yo no sé cuál es la verdad, ni creo que lo sabré hasta que no te pueda mirar a los ojos y conocerte. Ahí quizás vea de dónde vienes, y si en tus ojos se ve la chispa de amor que te hizo venir a mí.

Por mi parte yo ya te siento como mío, te veo presente en todos los bebés que conozco, todos se parecen a ti, todos tienen un rasgo tuyo. Me he hecho una imagen mental de mí como madre tuya, espero que alguna vez, mientras te acuno y si paso delante de un espejo, esa imagen me recuerde lo mucho que he deseado que vengas a mis brazos.

Hay quien trae hijos al mundo sin pensarlo, sin quererlo, como por accidente. Hay quien dice que lo mejor es no pensarlo, dejarse llevar y que así es más fácil. Pero ese no será tu caso, hijo/a mío/a, tu vendrás porque tienes dos padres que desean tenerte en brazos, acunarte hasta que te duermas, enseñarte el mundo y darte todo su amor porque ellos se aman, y saben que ser amado es la clave de la felicidad. Tu vendrás con intención, con premeditación y alevosía, seguramente con nocturnidad también, porque así son tus padres, ya tienen una edad adulta, saben lo que quieren y se han preparado como mejor han sabido para asumir lo que desean. A tí.

Deseo que, cuando ya seas una realidad palpable, blandita, cálida, sepas hacernos ver que debemos dejarnos llevar por nuestra intuición, nuestro amor y nuestros instintos para ser los mejores padres para ti. Lo que tú vayas necesitando será nuestra mejor guía, lo que tú vayas haciendo que brote de nuestro corazón será nuestro mejor consejo. Que así sea, porque tienes unos padres que han leído mucho, muchísimo, que han escuchado muchas experiencias de otros y a los que les va a costar relajarse y dejarse llevar, tú nos ayudarás, hijo/a, ¿verdad?

Hasta que llegues a nuestras vidas, vamos a irte haciendo, si no te importa, un lugar cálido y blandito en nuestro corazón. Para ello vamos a cuidar mucho el amor que ya nos tenemos papá y mamá, haremos que crezca y evolucione para hacerse cada día más fuerte. Intentaremos no ser demasiado impacientes hasta que llegues, ocupándonos de vivir intensamente el momento, disfrutar los dones ya tenemos y sobre todo, SER FELICES.

Hasta pronto…